domingo, 8 de octubre de 2017

Mariela Beloso


BENDECIDAS PARA BENDECIR



Lectura Juan 4: 1- 42

La mujer se sentía en inferioridad de condición. La mujer sabía que ella no estaba a la altura del que le hablaba aún sin saber quién era el que allí estaba. 
En esas condiciones Jesús se acerca a la mujer. 

En nuestras condiciones el Señor se acercó a nosotros, sabiendo que no somos dignas, conociendo nuestras flaquezas y debilidades . 
Siendo consientes de todo lo que tenemos en nuestra contra, aún así el Señor se acercó a nosotras. 
Nos eligió.
Él nos busco para hablarnos.
Todas hemos venido a Cristo con necesidades, problemas. 
Con sed.
Él es el agua de vida que necesitamos para vivir.
Él nos ofrece agua que da vida.

La mujer no entendía como sacaría Jesús agua del pozo.
Ella creía que ese sería un obstáculo.

Pero nosotras sabemos que para El no hay obstáculos. No hay nada que pueda detener su poder de hacer cualquier cosa que necesitemos.

Ella no entendía porque le decía que el que bebiera del agua que estaba hablando nunca más tendría sed.

Es que lo que Jesús  ofrece es eterno. 
No tiene fin.
Las soluciones a nuestras necesidades, las provisiones a nuestros problemas que el mundo terrenal nos puede brindar son pasajeros.
Todo se termina. Pero lo que nos ofrece el Señor es para siempre.

Cuando ella reconoce que en ese hombre había algo especial, que le ofrecía algo que nunca había conocido, ella le ruega que le dé de esa agua.

Nosotras le hemos conocido y sabemos que él es un manantial de agua viva, de vida eterna.
Sabemos que de Él viene lo bueno. 
Que el cambia nuestras vidas.
Él nos conoce tal y cual somos. Sabe de nuestras decisiones, de nuestro andar.
Conoce hasta lo más escondido de nuestro corazón.
Nuestros errores y faltas están ante él y aún así nos elige.

Aún así Jesús se acerca a nosotras y nos ofrece agua viva, vida eterna.
Nos ofrece vida nueva, cambiar nuestra situación.
Cambiar nuestra realidad, y hacer una realidad bendecida para nosotras.

Él sólo pide que le busquemos y le adoremos en espíritu y verdad.
Delante de su presencia con nuestro corazón tal cual es, sin esconder nada.

Muchos samaritanos que vivían allí creyeron por lo que la mujer les había dicho.
Cuando nosotras le reconocemos, nos rendimos a él tal cual somos.
Cuando bebemos esa agua viva que nos ofrece, somos llenas de sus bendiciones.
Al abrir nuestras bocas y compartir con otros, nos convertimos en canales de bendición afectando positivamente a quienes nos rodean.

En este tiempo necesitamos ser bendecidas por Dios, llenas de su amor,de su misericordia, perdonadas y restauradas. 

Llenas de el agua viva que salta para vida eterna.
Una vez saciadas y llenas, nos convertimos en canales de bendición para aquellos que están a nuestro lado y necesitan de esta agua.
Nuestra familia, amigos, conocidos s tan afectados y veremos la mano maravillosa de nuestro Padre moviéndose, salvando, restaurando, cambiando.

La mujer samaritana bebió del agua de vida y no se conformó, fue en busca de otros.
Nos toca a nosotras hacer lo mismo. 
No te quedes callada, muchos esperan qué compartamos las buenas nuevas.

A eso nos llama nuestro Dios a ser hijas bendecidas para bendecir.

Es mi deseo que Dios te bendiga mucho para que seas de bendición. Nos leemos pronto.



RECUERDA DIOS TE AMA Y NOSOTRAS TAMBIEN.


No te vayas sin dejarnos tu comentario y no olvides compartir para bendecir a otros.


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