jueves, 19 de abril de 2018

Sandra López


EL  VESTIDO  QUE  AGRADA  A  DIOS


 
Cuando somos invitadas a alguna fiesta, algún evento o cualquier tipo de reunión social, como mujeres nuestro primer pensamiento es:¿qué vestiré?.
 Independientemente de nuestra edad o situación siempre nos preocupa como estaremos vestidas para esa ocasión.
 Es muy importante nuestro atuendo. Nuestro peinado, nuestro calzado.
Como mujeres tenemos la tendencia de siempre mirar como van las demás.
 No sucede esto generalmente con los hombres. Rara vez se fijan en que viste el resto de los concurrentes.
 Pero nosotras si que nos fijamos y sabemos cada detalle.

Creo que por esta razón en este capítulo 3 de 1de Pedro el apóstol toma estos dos versículos para darnos un sabio consejo.
El dice :
 
Que la belleza de ustedes no sea la externa, que consiste en adornos tales como peinados ostentosos, joyas de oro y vestidos lujosos. Que su belleza sea más bien la incorruptible, la que procede de lo íntimo del corazón y consiste en un espíritu suave y apacible. Esta sí que tiene mucho valor delante de Dios.

Nos está diciendo: procuren que lo lindo de ustedes no sea solo el exterior. Cuiden de la belleza interior.

Compartí este pensamiento en un grupo de damas y una de ellas me pregunto:
-Sandra, está diciendo aquí entonces que ¿no importa nuestro exterior? ¿Solo debemos preocuparnos del interior?-
 La respuesta es No.
 Aquí no es eso lo que se nos dice. Aquí el apóstol dice que nos ocupemos de nuestro vestido interior. No solo es importante nuestro aseo, nuestro vestido, también es muy importante lo que hay en nuestro corazón.

No hay nada mas placentero después de un  agobiante y cansado día que poder tomar un baño relajante, descansar, ponernos un vestido limpio y un toque de perfume.
¿Alguna puede no encontrar placer en esto?

El consejo de Pedro nos lleva a preocuparnos por estas cosas, pero a ocuparnos también por lo que hay en nuestro interior.
Muchas veces las personas son simple fachadas. Por fuera impecables, envidiadas por tantas, sin embargo cuando dejan salir lo que en realidad hay en sus corazones la decepción es grande.

Escuche una vez que nosotros somos raspar y oler.
Como esos libros de cosméticos que cuando sacan al mercado una fragancia nueva, traen un círculo que dice :raspe aquí para poder oler el nuevo perfume.

Así somos nosotras, cuando las circunstancias de la vida nos raspan el verdadero olor en nuestro interior comienza a salir.

¿Qué cosas nos raspan?
Las dificultades económicas, las rupturas con seres queridos, los abusos que sufrimos en distintas áreas, traiciones en el matrimonio, pérdidas irreparables, enfermedades, y la lista puede ser muy larga.
Cuando nos enfrentamos a cualquiera de estas circunstancias reaccionamos dejando salir lo que llena nuestro corazón.

La palabra de Dios dice: 
Mateo 12:34b  ...Porque de la abundancia del corazón habla la boca.

¿De qué está lleno nuestro corazón? Eso es lo que dejaremos ver cuando las dificultades nos asalten.

Está es la razón por la que el escritor nos recomienda vistan su interior de lo que viene de Dios, del fruto del Espíritu, de las cosas incorruptibles, eternas.
Procuren llenarse cada día de la palabra del Padre. Porque ella es viva y eficaz y nos renueva, nos cambia, nos transforma.

El apóstol Pablo nos recuerda que somos olor fragante para Dios en Cristo. 

2Corintios 2:14-15b Mas a Dios gracias, el cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús, y por medio de nosotros manifiesta en todo lugar el olor de su conocimiento.
 Porque para Dios somos grato olor de Cristo...

Cuando las situaciones adversas llegan y nos raspan, si nuestro corazón está lleno del fruto del Espíritu, si hemos dejado que su amor nos inunde, el olor que dejaremos salir será una grata fragancia que subirá a la presencia misma del Padre.

Para lograr esto necesitamos intimidad con nuestro Señor. 
Leer su Palabra, dejar que a través de ella nos hable, nos corrija. Que con su amor y misericordia planche y componga nuestro vestido interior.
Ser renovadas cada día en Su Espíritu, que corra como agua fresca en nuestro interior.

Esta es la belleza que agrada al Padre, la que no se corrompe, la que es de mucho valor.
Busquemos entonces un corazón que alegre a nuestro Dios que destile de su fragancia a los que nos rodean.

Todas somos hermosas creadas por un Dios y Padre amoroso.
Vivamos como sus hijas, vestidas con las ropas que ha preparado para nosotras.

Dios te bendiga mucho cada día.
Nos leemos pronto.






RECUERDA DIOS TE AMA Y NOSOTRAS TAMBIEN.


No te vayas sin dejarnos un comentario y no olvides compartir para bendecir a otros.



3 comentarios:

  1. Hermosa reflexión querida hermana. Muy cierto. Debemos ocuparnos de lo exterior pero también de nuestro interior, porque es lo que reflejamos a los demás. Dios te bendiga

    ResponderEliminar
  2. Impecable la reflexión Dios continúe bendiciendo tu ministerio/.

    ResponderEliminar
  3. Algunas personas malentienden no se arreglan exteriormente y parecen muy sencillas o humilde , pero si se les dice algo que no les gusta , muestran lo que hay en su interior ,aveces soberbia ,orgullo etc ,no tienen el espíritu afable y apacible. Dios le bendiga mi hermana Sandra.

    ResponderEliminar

INTERCEDIENDO

A FAVOR  DE  LOS  NECESITADOS    Siempre que pienso y reflexiono en el tema de la intersección viene a mi memoria una historia del...